lunes, 1 de agosto de 2011

La carretera del TIPNIS, ¿diálogo de sordos?

Vamos a andar - Rafael Puente

- 28/07/2011 

      Además de la intensa polémica que se ha despertado hasta ahora con motivo del proyecto de carretera Cochabamba-Trinidad atravesando el Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS), parece que nos acercamos a una segunda confrontación política con la CIDOB, cosa que no favorece a nadie (como no sea a la oposición, que es precisamente la que no juega ningún papel en este debate). Y lo más incómodo de dicha polémica es que pareciera que hablamos diferentes idiomas. El Gobierno insiste por una parte en el argumento del desarrollo, y por otra en el argumento geopolítico (la importancia de romper la tradicional dependencia económica en que vive el Beni respecto de Santa Cruz).  A su vez, las voces críticas ignoran estos argumentos e insisten “monológicamente” en la defensa del medio ambiente y en los derechos de los pueblos indígenas, sin entrar a discutir los argumentos del Gobierno (y viceversa). ¿Qué tal si le entramos a un diálogo constructivo? El desarrollo. Tal como se viene formulando hasta ahora, este objetivo para justificar el trazado de la carretera, no se percibe ninguna diferencia con el tradicional concepto de desarrollo que nos enchufó hace 61 años el presidente Truman (cuando dividió el mundo en países desarrollados y subdesarrollados para proponer que los subdesarrollados aprendamos de los otros y nos desarrollemos).  Y precisamente una de las riquezas fundamentales del actual proceso de cambio es la sustitución de ese paradigma de desarrollo -por lo demás totalmente inviable y engañoso- por el paradigma del Vivir Bien, es decir, un horizonte en el que no tienen lugar ni la competencia ni la acumulación ni el crecimiento, sino la vida armónica y complementaria entre personas, comunidades y regiones, y de todas con la naturaleza. Sería fundamental, por tanto, que nuestros gobernantes explicaran qué quieren decir con el término desarrollo -en lugar de limitarse a repetirlo- y cómo éste se diferenciaría del que usan las propuestas desarrollistas. Los derechos de la Madre Tierra son el tema que debemos profundizar, porque aun suponiendo que hubiera un objetivo de desarrollo bien entendido, y sin negar que ese desarrollo es un derecho de los pueblos -por tanto un derecho humano colectivo-, a estas alturas nadie puede pretender invalidar la formulación internacionalmente aplaudida de nuestro Presidente en el sentido de que los derechos de la Madre Tierra son más importantes que los derechos humanos, y en este caso específico la herida que esa carretera abriría en el TIPNIS sería una directa vulneración de los derechos de la Madre Tierra. ¿Entonces qué? ¿No se puede trazar ninguna carretera más ni explotar ningún recurso natural más, dado que esas actividades siempre tienen alguna consecuencia negativa para la naturaleza? Por supuesto que no, y sería también importante descartar todo tipo de fundamentalismo ambiental.  La clave está en valorar si el daño que se le causa a la naturaleza -daño inevitable en todo proceso de maternidad- es recuperable o es irrecuperable. Y por todos los datos, el de esta carretera sería irrecuperable. Por tanto, busquemos otro trazado, otra alternativa que no suponga un daño irrecuperable. La conveniencia geopolítica de la carretera es un argumento indiscutible; no puede ser que el Beni siga siendo un apéndice económico -y por ende político- de Santa Cruz, es importante vincular económicamente al Beni con el occidente del país. Pero nuevamente tenemos que afirmar que un objetivo geopolítico, por justo que sea, no puede ser a costa de los derechos de la Madre Tierra.  Y nuevamente se impone la necesidad de buscar una alternativa que no sea a costa de esos derechos (y a estas alturas se han planteado varias alternativas interesantes). ¿Y los derechos de los pueblos indígenas? Son por supuesto fundamentales, entre ellos el derecho a la consulta. Pero ojo, tampoco son los pueblos indígenas solos los que tienen que decidir la solución de un problema como éste, ya que al afectar a la Madre Tierra nos afecta a todas sus criaturas. Por tanto, es urgente el diálogo participativo de toda la sociedad. Emprendámoslo.

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